una
de las famosas PEÑAS
que
venimos mencionando
y
ver desde el pueblo podéis
si
agudo ingenio tenéis.
-Con
fantasía, yo espero,
que
sigais investigando
pues,
con imaginación y esmero,
más
trozos encontraréis-.
Eliminando
el segundo,
la
bruja se dió un respiro
antes
de quitar del mundo
al
gran MÓN de los suspiros.
Mas,
como éste no era un zote,
echó
en falta a su familia
y
púsose a investigar
y
en cuatro pasos y un bote
enseguida
se dió cuenta
de
los que allí sucedía.
Su
ojete a pólvora olía
y
no quiso litigar.
De
la cueva cogió el arma
y
dando un grito de alarma,
a
la vez que un manotazo,
a
un risco dióle tal tajo
que
lo sesgó de arriba, abajo,
creando
un desfiladero
y,
que si le dáis un vistazo,
lo
tomaréis por sendero
mas
que os sobrecoja el alma.
Largóse
pues el tal MÓN,
más
al galope que al trote,
a
la par que alguna coz,
o
ambas cosas al alimón,
por
darse pronto el bote
de la bruja de Trasmoz.
|
Subióse
a una cima presto,
la
más alta que encontró
y,
una vez allí dispuesto,
al
sueño se entregó.
La
bruja se fue a su castillo
bien
arropada en sus sayos
mas
antes pasó por los Fayos
con
su escoba y su cestillo
por
alertar a un tal Caco,
-un
famoso gigantón
que
en este pueblo moraba-,
donde
estaba el Ogro MÓN
y
fuera a darle por saco.
Enterado
el gigantón
que
con bueyes estaba arando,
decidió
sin dilación
darle
lucha a ese matón.
Atrapa
el arado entero,
porque
esas eran sus leyes,
y
como si fuese un plumero
-mas
esta vez sin los bueyes-,
a
la cima se encarama
y
allí dormido lo encuentra.
Coge
el timón con la diestra
y
le atiza en la cama,
con
la esteba y el barrón,
dejando
al Ogro MÓN
para
siempre con más fama;
pues
yaciente allí se encuentra
según es la tradición. |
El
gigantón de los Fayos
se
proclama vencedor
y
como si fuesen rayos
los
gritos del ganador
se
propagan con ardor
del
feudal a los lacayos.
¿Mas,
sabéis cual era el grito
del
gigantón, ya descrito?
Este
grito es el origen
del
nombre de una montaña
que
es castellana y es maña
y
en su cumbre hay una Virgen
que
del PILAR es su nombre,
y
este es el grito del hombre:
¡¡MÓN,
cayó!!
Y
todos con algarabía
mirando
hacia la cumbre
gritaban
con alegría:
¡¡MÓN
cayó; MÓN cayó!!
Y
esta frase jubilosa,
por
mera degeneración
con
el transcurrir del tiempo.
unida
y sin tildación,
a
esta montaña famosa
que
de Aragón es su "mayo"
y
de su climatología diosa,
se
inscribió en orografía
con
el nombre de MONCAYO.
Y
así se acabó la historia
de
esta familia extraña
que
hace ya muchos años
-antes
de Mari-Castaña-,
habitaba
en estos lares
muy cerquita de CALCENA. |