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El Eco del Isuela nº 13 página 11 |
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A PROPÓSITO DE UNA FOTOGRAFÍA (DE "PAISAJES ESPAÑOLES")
- Qué pueblo es ese?. Vaya
paisaje y pueblo bonitos. Esta pregunta y este comentario
son frecuentes cuando alguien ve el cuadro que otro hijo de Calcena,
Rodolfo Ramas Torrubia (q.e.p.d.), me regaló hace muchos años y que
tengo colgado en el sitio más visible de mi despacho, en el hospital
donde trabajo. - Es mi pueblo, Calcena, un pueblo precioso, en las faldas del Moncayo, en la provincia de Zaragoza, pequeño, pero querido por sus hijos que, en muchas ocasiones, han tenido que emigrar y hoy están repartidos por toda España y por todo el mundo (País Vasco, Cataluña, Madrid, Francia, Méjico, etc....) y que, a buen seguro, como yo, añoran su infancia en él y de él hablan a sus hijos. Mira, esas son las escuelas
"nuevas"; en esa otra casa estaban las "antiguas", en
la plaza, en las que el primer maestro que tuve
y que se llamaba D. José me enseñó a leer; gracias a él mi
padre se decidió a llevarme a estudiar a Zaragoza (entonces pocos
estudiaban más allá de los doce o catorce años). Eso de ahí, que casi
no se ve en la fotografía, es la plaza donde yo jugaba y aquello otro la
ermita de S. José y esto más a la derecha el cementerio donde reposan
mis abuelos; aquí abajo está precisamente la que fue su casa y más acá
la fuente, creo que de origen árabe, donde las mujeres iban a por agua
con cántaros y botijos (ahora ya hay agua corriente). No es preciso que te diga que ese
edificio que sobresale es la iglesia, una maravilla de la que todos
estamos orgullosos. - Se ve que lo estás de todo tu
pueblo, me dicen. Sí, estoy orgulloso, voy muy
poco, pero lo recuerdo con mucho cariño y cada vez más. Son mis raíces,
un pueblo noble y generoso con gentes trabajadores, decididas y
emprendedoras que han sabido desenvolverse en cualquier lugar y
circunstancia. Hace unos veinte años fui con mi esposa e hijos para que lo conocieran, en tienda de campaña para disfrutar "a tope" de sus paisajes, pájaros, su cielo, su silencio (por cierto, quedaron maravillados) y el alcalde, Félix (quinto mío) me dijo que tenía ochenta y tres habitantes; cuando mi familia se |