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EL VERDADERO HERRERO DE CALCENA
En anteriores boletines apareció el famoso cuento de "El
herrero de Calcena" del que sabemos su astucia e ingenio para engañar
al diablo. Sin embargo, poco conocemos de la vida de los auténticos
herreros de Calcena, que tiene poco de fábula y sí mucho de esfuerzo.
Aunque en los tiempos que corren la figura del herrero ha perdido
importancia en los pueblos (como la del resto de oficios tradicionales),
hasta hace pocos años era una figura fundamental para los agricultores ,
ganaderos e incluso para las
amas de casa. Para aprender y recoger su sabiduría acumulada, un día de
este otoño hablamos con José Molinos
José Molinos Bona nació el 16 de Marzo de 1911, por lo que
ahora tiene 85 lúcidos años. José siguió la tradición familiar, pues
su abuelo, José Molinos Izquierdo (que llegó a Calcena desde un pueblo
de Castilla cuyo nombre no recuerda), y su padre, Federico Molinos Royo,
también fueron herreros en Calcena.
Pronto empezó a trabajar en la fragua. Su padre tenía un criado
quien los domingos se declaraba "en huelga", por lo que casi al
poco de comenzar a andar ya ayudaba a su progenitor los días de fiesta, y
a partir de los 12 ó 13 años de una forma regular.
Aunque desde el año 1927 (más o menos) la herrería ha estado en
el Salobral, antes se encontraba subiendo la Cuesta a la izquierda,
mirando al Romeral, donde ahora existe un corral de Alicio Pérez. Por
esos tiempos existía otro herrero en Calcena, Felino Cardiel, que
vivía enfrente del antiguo estanco (actual casa de Bienvenida Modrego).
Tenía la herrería justo enfrente de la salida de la Iglesia, donde la
cuesta hace curva para enfilar a la Plaza. Felino se fue a vivir a
Tarazona, aunque posteriormente volvió a Calcena. En el año
36 movilizaron a José. Hizo la Guerra Civil en un hospital veterinario
como Maestro Herrador
Forjador llegando al grado de Brigada. En
Su lugar de trabajo era la fragua. Durante muchos años tuvo
como ayudante a Félix Royo, siendo éste mozo y aún después de casarse.
Con el fuego conseguía hacer maleable el metal. Utilizaba carbón
granza-hulla, que es el mejor, iniciando la brasa con ramas. Todos los
chicos competían por darle al fuelle manual. Tenía además la piedra
esmeril para afilar, la máquina de taladrar con 2-3 tornillos
de fragua, martillos, limas y terrajas (para hacer la rosca al
tornillo). Para unir las piezas a martillazos se trabajaba con el hierro
muy caliente, a calda limpia; no estaba rojo, sino blanco. Tenían
que tener la misma temperatura y para enfriarlas había una arena
especial.
De la fragua del herrero salía cuanto de hierro había en el
pueblo, salvo las armas, pues no era armero. Incluso venían de Purujosa,
Beratón o Trasobares para solucionar los problemas que sus respectivos
herreros no sabían. Para los carboneros hacía azadas, hachas y
repasaba los podones despuntados que se utilizaban para cortar la tramulla
(ramaje pequeño). Hacía aradros y vertederas para los agricultores;
aguzaba (afilaba) el barrón del aradro (pieza metálica que se clavaba
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