LA
POBLACION ESTACIONARIA DURANTE LOS SIGLOS XVII Y XVIII:
Pasada la crisis de la despoblación morisca a
principios del siglo XVII y las dificultades repobladoras,
la población permaneció bastante estacionaria durante
estos dos siglos. Los pueblos de donde se expulsó a los
moriscos tuvieron durante ese tiempo una población débil,
pero casi sin variaciones después de las repoblaciones de
los 30 años siguientes. No es fiable completamente los
datos de población absoluta en el siglo XVIII, pero si de
las listas de nacimientos de estos siglos y sus medios ya
que son un argumento convincente del estancamiento:
MEDIA
DE NACIMIENTOS/AÑO
1601
1611
1621
1610
1620
1630
Talamantes
16,6
18,2
19,0
Purujosa
4,4
6,8
4,6
Tabuenca
28,2
26,9
24,3 |
Así
Talamantes nos da una media casi uniforme durante los dos siglos.
Tabuenca
en cambio presenta después de un descenso suave a mediados del siglo
XVII una subida constante en la primera mitad del siglo XVIII que se
mantiene hasta comienzos del siglo XIX.
Calcena
es una caso aparte. Su población minera y sus fábricas de palios se
prestaban a unos cambios rápidos por cualquier circunstancia económica.
Recordemos que en 1603 la visita pastoral habla de: «la
gente extranjera que a estos lugares suele acudir». Y que en 1611
habla Labaña de que casi todos los vecinos se dedican a la fabricación
de palios, mientras que los pozos de las minas están inundados por las
aguas. Por eso su población fue siempre la más variable de la zona
porque era una villa exclusivamente
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industrial.
Ya vimos que en 1611 de los 320 vecinos sólo eran
agricultores unos 20. Los demás quedaban sujetos a las
variaciones económicas de una industria, minera y textil,
de grandes fluctuaciones.
Los
dos acontecimientos principales de toda esta época, la
Guerra de Sucesión de comienzos del siglo XVIII, y la de
la Independencia a comienzos del siglo XIX dejan en
general poca huella en las medias de natalidad. La Guerra
de Sucesión provoca un breve descenso en Talamantes y un
descenso vertical en Calcena. Pero las causas pueden ser
distintas, pues en otros pueblos aumentó la media en esta
época, por ejemplo Tabuenca. Más importancia tuvo la
anormal situación de los impuestos que con la nueva
dinastía y la supresión de los fueros, cargó sobre los
pueblos y en especial sobre sus bienes de «propios».
En pueblos que poseían casi todo el monte convertido
en bienes «propios»,
tuvo que ser excepcionalmente sensible y no sería
extraño que obedeciese a eso la gran curva de descenso de
la primera mitad del siglo XVIII junto con su repercusión
en los telares. En cambio durante la Guerra de la
Independencia no encontramos aumentos de medias de
natalidad en casi todos los pueblos. No se ve influencia
en la región, pues dominada casi todo el tiempo por los
franceses en la parte llana, no hubo más que algunos
guerrilleros en el Moncayo y Somontano.
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Pero
sobretodo la región disfrutó en esos años de una breve
abolición de los diezmos de la Iglesia y de los derechos
señoriales. Aunque las requisas de víveres de los
franceses disminuían estos beneficios, la situación económica
de nuestra región no fue desfavorable. Hubo paz y cierto
bienestar, mientras el resto de España se desangraba y
sufría en esos años.
LAS
FORMAS DE AGRUPAClON Y LA VIVIENDA:
En
la región domina el habitat concentrado, si se exceptúa
algunas viviendas aisladas junto a molinos antiguos, todo
el resto de la población se aglomera en cada municipio
formado por poblados.
Los
pueblos del Somontano deben su origen a la explotación
del bosque y de sus minas en provecho de Tarazona y Borja.
Las labores de explotación de minas y la abundancia de
bosques en los pueblos de Tabuenca, Calcena, Añón,
Agramonte, hizo construir pronto núcleos reducidos que
dependían de Borja y Tarazona. Más adelante al
colonizarse de cristianos en los siglos XII y XIII
aparecen como municipios, pero todos ellos con un núcleo
habitado muy escaso.
En
Purujosa y Añón, situados en dos valles distintos y que
son frontera
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