Todavía teníamos vacaciones de Navidad y mi padre tenía
el fin de semana libre; además, estaban mis abuelos en Calcena y
fuimos al pueblo, a pesar de que habían anunciado muy mal tiempo.
Sobre las nueve de la mañana del sábado llegábamos
al pueblo y a mis abuelos los sorprendimos en la cama pues no nos
esperaban. Luego fui a despertar a mi amigo-primo Dani que había
ido el viernes y nos fuimos por ahí hasta la hora de comer,
aunque estaba lloviendo.
Por la tarde, ya casi al hacerse de noche, mi padre y
el padre de Dani nos llevaron a Beratón, bueno cerca, porque había
mucha nieve. Dani, mi hermano Carlos y yo lo pasamos en grande.
Luego en el pueblo nos fuimos a casa a cenar cerca del
fuego pues habíamos pasado mucho frío en la nieve.
Después
nos fuimos a la plaza a jugar, mientras nuestros padres se tomaban
algo en el bar y charraban un rato con sus amigos. De pronto empezó
a nevar, y con mucha fuerza. Estuvimos jugando a tirarnos bolas de
nieve entre los pocos chicos que había, y algún que otro padre
que también salió a jugar con nosotros. Luego dejó de nevar y
nos fuimos a dormir; era ya tarde.
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Al día siguiente mi madre nos despertó y al asomarnos
por la puerta ...¡QUÉ SORPRESA!, estaba toda la calle cubierta
de nieve, los tejados y todo el paisaje era blanco; nunca lo habíamos
visto, así que desayunamos y nos fuimos a disfrutar tirándonos
con plásticos por las calles y haciendo guerra de nieve. Luego
nos fuimos con nuestros padres hasta San Roque. Daba gusto hundir
los pies en la nieve por la carretera que estaba totalmente
cubierta. Era un verdadero paisaje de Navidad. También hicimos un
muñeco de nieve, nos tiramos bolas con nuestras madres y nos caímos
culetazos.
El abuelo nos contó que la última nevada que
recordaba él en Calcena tenía 7 años. Después, aunque nevase,
él estaba en los montes pues era carbonero.
El domingo, después de comer, nos fuimos a Zaragoza y
dejamos Calcena blanca.
FUE UN VERDADERO FIN DE SEMANA EN LA NIEVE.
Sergio
Neila Lacueva

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