MI MAESTRA, DOÑA MARÍA
Al recibir el último boletín, cual ha sido mi
sorpresa al enterarme del fallecimiento de Doña María.
Era una de sus alumnas, de las que están en los
cincuenta y nunca he tenido otra maestra; por eso la recuerdo con
mucho cariño y gratitud. Mis recuerdos son iguales a como la
describe Aurelio en su artículo; no puedo quitarle ni ponerle una
frase más; la recuerdo como el dice.
Empecé en las escuelas de la plaza y también estrené
las de la calleja. En aquellos tiempos, cuando estábamos en las
escuelas viejas, había muchos chicos y chicas en el pueblo. La
plaza estaba llena; no cabíamos en ella, lo pasábamos muy bien
jugando a la pilla la reata, al marro, las agujas, los santos, al
descanso y a otras cosas más. Por eso, ahora veo como ha quedado
mi pueblo y me da mucha pena. Yo, como hija de Calcena, lo llevo
siempre dentro de mí.
Eran duros aquellos años, ¡ya lo creo!, con un libro
o dos para todos los cursos, una pizarra, un pizarrín, un
cuaderno de cincuenta céntimos y vale, (algunos tenían
pinturas). Por eso, enseñar entonces tenía más mérito; faltábamos
mucho a clase ya que nuestras madres tenían que ir al campo y
nosotras nos teníamos que quedar con nuestros hermanos pequeños.
Estoy escribiendo y me vienen a la memoria muchos compañeros,
unos de mi edad y otros mayores; hace muchos años que no nos
hemos visto y me gustaría hacerlo. Al leer estas líneas algunos
recordarán cuando nos dejaban encerrados por no sabernos la lección,
pero lo pasábamos muy bien y casi nos alegrábamos (como lo
cuento). A veces lo comento con mis amigas y nos reímos mucho. Doña
María era una maestra estupenda y maravillosa; todo lo que yo se
lo aprendí con ella.
La recuerdo muy cumplidora de su deber y exigente con
todo, siempre he tenido buen recuerdo de ella.
Al pasar el tiempo te das cuenta del interés que tenía
por enseñar con un material tan limitado en aquellos tiempos y,
como ya he dicho, con tantas bajas en las clases por motivos ya
mencionados.
Si llegan a su hija Aurelia estas líneas quiero que
sepa que ha tenido una madre que cumplió con su deber con amor y
dedicación; por eso, siempre estará en mi corazón.
Llevo a mi pueblo dentro de mí, y cada día más, pero
también recuerdo lo mal que lo hemos pasado, lo mucho que hemos
trabajado (esto antes) y ahora me dan miedo los servicios tan
malos que tenemos por estar tan lejos de todo y tan malas
comunicaciones; me asusta el futuro de nuestro pueblo.
Quiero expresar desde estas líneas mi sincero
agradecimiento a todos aquellos que de una manera u otra se toman
interés en hacer algo por CALCENA.
Recibid un caluroso saludo.
Nieves
Hernando |
No
se que tienes Calcena
que
a todos atraes tanto
atraes
a los del pueblo
a
forasteros y extraños.
Eres
como una enrredadera
que
sube hasta los tejados.
Eres
como el agua fresca
que
en el camino encontramos.
Eres
como la amapola
que
el viento va deshojando.
Eres
como el aire fresco
que
todos necesitamos.
Eres
manantial de salud
de
enfermos y de sanos.
Eres
remanso de paz
la
que todos anhelamos
medicina
para el cuerpo
y
para el alma descanso.
Vitoriana
Tormes
|