El Periódico de Aragón
7.5.99
Nuestro pueblo: Calcena
Señor director:
El
pasado domingo 25 de abril, como colofón a unos días de fiesta,
me llevaron a Calcena para conocer algo más de la historia de uno
de nuestros pueblos.
Ya
sólo por el paisaje merece la pena adentrarse, aun arriesgando la
piel en algunos tramos de la carretera, sin prejuicios, en este
bonico pueblo que, aunque está en las faldas del Moncayo en su
cara sur, todo él domina desde su enclavamiento alto el entorno
paisajístico que le rodea.
Sí,
merece la pena hacer turismo rural, no sólo por el paisaje, sus
senderos llenos de recovecos, de llanuras que invitan al descanso
y preparados para este fin, otras muchas cosas tiene como los
altos peñascos que evocan miles de figuras; el indio, la
tertulia, el caballo, el Gordo y el Flaco y tantas como la
imaginación produzca.
La
iglesia, maravillas de las maravillas, desde las portadas hasta el
chapitel de la cúpula, tres, lo mismo que tres son las pilas
bautismales que hay en su interior. Como cosa curiosa, en unos
armarios vitrinas vestimentas para actos litúrgicos: capas
pulviales, dálmatas, casullas, estolas que hablan, como sus
variados escudos nobiliarios, del esplendor de tiempos pasados hoy
en decadencia. Por si fuera poco, una buena y nutrida biblioteca
en las antiguas escuelas, hoy infrautilizadas, antaño muchos
aprendieron allí a ser mejores personas. Aun con todo, sólo un
fallo, el poco interés de las autoridades de postín para proveer
de dinero al pueblo para arreglar unos cristales rotos y adecentar
un poco la biblioteca, que bien lo merece. Es tiempo electoral,
saben los Lanzuela, Rudi, Labena, Mur, Belloch y alguno más dónde
para Calcena, ¿se atreverá alguno a calmar el hambre que allí
tienen por la cultura, el bienestar de todos?
Menos
campañas electorales y hagan más turismo rural; los votantes lo
agradeceremos. —
Francha Menayo Domingo. (ZARAGOZA) |
4 DE ABRIL DE 1999, DOMINGO
HERALDO DE ARAGON
La
despoblación hace que diez pueblos pasen a ser concejos abiertos
El
descenso demográfico de los últimos años en la provincia de
Zaragoza también se nota a la hora de celebrar elecciones
municipales. Quince municipios tendrán menos concejales a partir
del 13-J
—diez
pasaran a ser concejos abiertos por tener menos de cien vecinos- y
sólo uno —San Mateo de Gállego- contará con más ediles
gracias a su crecimiento.
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MIGUEL ASENSIO Zaragoza
La democracia directa que suponen los concejos
abiertos estará presente a partir del 13 de junio en diez
poblaciones más de la provincia de Zaragoza, ya que todas ellas
han sufrido importantes mermas de población desde 1995 que les
han llevado a tener menos de cien vecinos, el mínimo que se
requiere para que un pueblo e1ija a cinco concejales.
A partir de esa fecha, Anento, Bordalba, Cabolafuente, Calcena,
Calmarza, Clarés de Ribota, El Frago, La Vilueña y Lobera de
Onsella, además del nuevo Ayuntamiento de Marracos -segregado de
Piedratajada-, se unirán a la cincuentena de municipios de la
provincia que son ya concejos abiertos. Sus vecinos se limitarán
a elegir al alcalde de la localidad puesto que todos los mayores
de 18 años harán las veces de concejales en las asambleas
vecinales, instrumento que sustituye a los plenos municipales en
estos peculiares ayuntamientos.
Cambio
polémico
Los cambios no han estado exentos de polémica, ya
que se han hecho teniendo como referencia el padrón municipal
del 1 de enero de 1998. «Hasta ahora siempre se hacían los
cambios con el padrón del año de las elecciones», explica
airado uno de los alcaldes «afectados». Tras sus palabras se
deja entrever una práctica que se ha extendido en no pocas
poblaciones para evitar «perder peso»: empadronar unos meses
antes a hijos del lugar residentes fuera para posteriormente
darles de baja.
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Asimismo, no faltan partidos políticos que se
muestran preocupados por este hecho ya que en los pueblos
afectados se elegían antes cinco ediles y ahora será sólo uno.
Dado que el reparto interno de los diputados provinciales es
votado por los concejales de cada circunscripción, es posible que
hay dos listas enfrentadas -algo improbable, pero posible—,
alguien se acuerde de los ediles perdidos.
Pero los nuevos concejos abiertos no son los únicos
que han salido malparados con la revisión del padrón. Seis
municipios más contarán con menos concejales también a partir
del 13 de junio. Aranda de Moncayo, Atea, Cubel y Trasobares han
bajado de 250 vecinos, por lo que en lugar de votar a candidaturas
para designar a siete concejales, lo harán mediante el sistema de
listas abiertas y sólo elegirán a cinco ediles.
Altas
y bajas
Los otros dos municipios que pierden
concejales son Ricla y Sabiñán. En el primer caso, tener menos
de 2.000 vecinos le ha supuesto pasar de tener 11 a nueve ediles,
mientras que en el segundo tendrá siete en lugar de los actuales
nueve al contar a 1 de enero de 1998 con menos de mil habitantes.
Frente a este panorama surge sólo un ayuntamiento que tendrá más
representantes, San Mateo de Gállego, donde han pasado de 2.000
vecinos y tendrán, por lo tanto, dos concejales más. Un segundo
ayuntamiento que «cumplió» mil habitantes hace poco más de un año, Figueruelas, deberá esperar el 1 de enero sólo
tenía registrados 997.
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