en
la disminución de los censos de las razas autóctonas y en la
desaparición de muchas de ellas. Frente a las razones productivas
y económicas que propugnan la sustitución de las razas autóctonas,
se pueden contraponer todo un conjunto de motivos para su
conservación, que van desde el uso de recursos no aprovechables
para el hombre y la integración de estas razas con el medio
ambiente, hasta la salvaguarda de un patrimonio genético.
En el caso de la Raza Moncaína, cabe incluir además el
hecho de que no existe alternativa ganadera para el
aprovechamiento de las zonas donde se alimentan estos animales,
las ovejas no entran o lo hacen muy poco en los montes donde se
alimentan las cabras. En poblaciones que poseen una superficie
considerable de este tipo de montes, la existencia de
explotaciones de cabras supone un factor importante para el
asentamiento de la población rural, sobre todo si no hay otro
tipo de opciones.
La Raza Moncaína ha pasado de contar
con unos censos apreciables hace apenas cincuenta años, a
encontrarse al borde de la desaparición como raza en estos
momentos. Nada se ha hecho por impedirlo, al menos de una manera
constante. Sin embargo
algo parece
estar
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cambiando,
a la sensibilización
de la sociedad y de la propia administración por la conservación
de razas autóctonas, se ha sumado el interés de algunos
ganaderos y veterinarios por, al menos, conservar lo que tenemos y
por conocer más a fondo las características de esta raza.
De los primeros estudios, se desprende la conclusión
evidente de que se trata de una raza en una situación muy
peligrosa, apenas se han localizado 500 ejemplares, localizados
preferentemente en la cara sur- sureste del Moncayo, en la Comarca
del Aranda y centralizadas en la localidad de Aranda de Moncayo.
Toda esta zona es mucho menos conocida y menos desarrollada
que la vecina Comarca de Somontano de Moncayo, hacia la que mira
siempre que se habla de este pico y que esta situada en su cara
Noreste.
Quizás
esta situación, negativa en muchos otros aspectos, ha permitido
que se conserve en un aceptable grado de pureza algunos ejemplares
de la raza Moncaína, llamada también Raza Moncayo o Cabra del
Moncayo. Debemos realizar un esfuerzo entre todos para conservar
los pocos ejemplares que aún quedan, y ello por muchas razones,
entre las que se encuentran razones culturales, historicas y de
mantenimiento de la tradición de la zona.
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Rafael Bardají Un
pueblo que no ama a su cultura, su patrimonio, a su historia, que
no está orgulloso de su pasado y que no busca en estas señas de
identidad el medio para proyectarse al exterior, es un pueblo que
no cree en su futuro.
San Roque nació en Montpellier
(Francia),
quizás alrededor de 1295. Parece ser que hizo muchas
peregrinaciones a Roma y que ponía especial empeño en curar a
los apestados. Por eso, a partir del siglo XV su culto se extendió
por Europa, invocándosele como protector contra la peste. No sería
raro, que como consecuencia de la peste que asoló Calcena en 1653
se le construyera una ermita, cerca de la Ojosa, para pedir su
protección.
La
ermita de San Roque, propiedad del municipio de Calcena, aún la
podemos contemplar, pero quizás no por mucho tiempo, dado el mal
estado que se encuentra. Aunque en nuestro pueblo tenemos
experiencia en ver desaparecer, poco a poco, nuestro patrimonio,
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en
la Asociación Cultural se ha despertado una inquietud, un
imposible, intentar que no se hunda; intentar arreglarla, no
sabemos cómo. En Semana Santa se convocó mediante la megafonía
una asamblea para tratar el tema. Lo que único que se sacó en
claro de esa reunión es que la idea es difícil, costosa y que
serían precisas más colaboraciones. Ya veremos si se lleva a
cabo. Por lo pronto, sabed que la idea ahí está.
Situación actual del cabecero.
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