Mi amigo el grillo
Así fue. Yo tenía cuatro años y como todavía no había
nacido mi hermanito, cuando me llevaban a mi habitación a dormir
no protestaba; pero cuando mis padres me besaban y se iban a su
cuarto, que estaba junto al mío, o cuando alguna vez me
despertaba durante la noche, creo que me sentía algo solo.
Fue una de esas veces en que me desperté cerca de
medianoche, cuando oí por primera vez cantar a un grillo. Cantaba
suavemente, como temeroso de molestarme. Yo sabía que era un
grillo, porque ya |
lo había escuchado otras veces en el
jardín. La primera vez que lo oí en mi habitación, me quedé
quieto y silenciosos. Pero la segunda noche que cantó me levanté
sin hacer ruido y a la luz de la luna que entraba por la ventana,
le vi. No era tan pequeño y cantaba muy fuerte. Hasta que me vió
y se quedó callado por un rato. Como yo no hice ningún
movimiento, siguió cantando. Y así sucedió varias noches. A la
luz tenue de la lámpara que había quedado encendida, le veía
aparecer y ponerse a cantar. Hasta que una noche le hablé:
"Grillito, grillito", le dije. Sorprendido dejó de
cantar un rato y luego continuó. |
Y así sucedió todas las noches
cuando yo me despertaba o no me había dormido todavía. El
cantaba, como un niño que era. Pero yo lo hacía bajito.
No sé porqué, pero la noche en que por primera vez lloró
mi hermanito, el grillo desapareció. "Se habrá ido a
cantarle a otro niño sin hermanito", dijo mi madre, que
estaba al tanto de mi amistad con el grillo. No me fue difícil
consolarme de su pérdida pues ya tenía a mi hermano. Pero
siempre me acuerdo de aquel grillo que fue mi amigo.
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