guía,
el propio alcalde, nos informó de todo lo que pudo, que no fue
poco, pese a que el nos hubiera dicho más cosas, pues llevaba bien
aprendida la lección; pero había prisa por ver todo. Si la vista
del impresionante castillo llama la atención del viajero ocasional,
entrar dentro de sus muros, visitar sus estancias, sobrecoge y nos
admira su lenta recuperación. Sólo por verlo merece la pena el
viaje, aunque se haga larga la corta subida. Visita corta, pero
obligada, a la capilla del castillo, magníficamente recuperada, y a
la iglesia del pueblo, pequeña, pero bonita.
De Camino a Illueca, otra corta parada para dar un ligero
paseo por Tierga y
admirar su impresionante iglesia parroquial. Mereció la pena la
parada. Bonita iglesia, con su impresionante altar mayor. No podíamos
pensar que íbamos a admirar tanto en tan poco espacio.
De aquí, rapidicos, pues el tiempo apremiaba, hacia Illueca,
la ciudad querida, al menos para quien redacta esta crónica. En
Illueca pudimos recrearnos en la visita pausada a los nobles
aposentos del único Papa aragonés. Admiramos las techumbres, los
cambios habidos en las dependencias, los avances en la rehabilitación
y nos empapamos de todo lo que nos rodea, no sólo el
castillo-palacio, sino también en la vida apasionante de dicho
personaje. Fina, a la que desde aquí queremos agradecérselo de
forma especial, nos contó con mimo, con cariño, muchas cosas del
castillo. Para explicarlo como ella lo hizo hay que llevarlo dentro,
y mejor imposible. Gracias Fina, de todo corazón. Después, un eufórico
Don Justo, párroco de la iglesia del pueblo, en un admirable gesto
de bondad, nos enseñó y explicó con cariño la historia y
vicisitudes de esa Iglesia de San Juan Bautista, donde en una de sus
vidrieras se puede admirar a Benedicto XIII. Después de una jornada
tan intensa, sobre todo para los mayores, nos fuimos a reponer
fuerzas al Mesón de la Pilarica (aunque le sobra el “ica”) ¡Y
vaya si las repusimos!
Desde estas páginas,
queremos agradecer a los Sres. Alcaldes de
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Mesones, Tierga e Illueca
las facilidades dadas, así como los obsequios que recibimos, pero,
sobre todo, a los guías que tan amable y cariñosamente nos fueron
poniendo al día en las respectivas
historias de los visitado y de forma muy especial a Fina del
castillo-palacio de Illueca, a Don Justo por su amabilidad y al
alcalde de Mesones, aprovechando para recordarle su promesa…
Cuantos
integramos esta excursión salimos gratamente satisfechos por todo, ya
que pasamos un día estupendo.
Animamos a que hagan esta ruta. Saldrán con ganas de ver más
cosas. Una no se cansa de ver que cada pueblo de nuestra geografía
tiene cosas que enseñar y ser admirado. Cada pueblo es único, aunque
todos formen una misma Patria, Aragón.
Francha
Menayo
Secretaria
de la Asociación de Vecinos “Zaragoza Antigua”.
Cuando
venimos al pueblo somos perezosos y casi no salimos de él, ¡con
la cantidad de arte y paisajes que tienen los pueblos del Isuela
y del Aranda!. Os recomendamos empezar por Purujosa, donde su
casi abandono ha permitido conservar su arquitectura tradicional
en piedra cara vista y adobe que se mantiene en las casa que se
van restaurando.
¡Lástima que ninguna ruta turístico-cultura
llegue a Calcena! |

Purujosa, otra ventana a la naturaleza
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