sermón
desde el púlpito por algún sacerdote importante de la Diócesis,
posiblemente canónigo de la catedral de Tarazona. A continuación,
procesión con la reliquias de Santa Constancia y Santa Úrsula,
saliendo por las calles acompañadas bajo palio por los vecinos y
la banda de música del pueblo.
En
la calle se bajaba a la
plaza donde se organizaban partidos de pelota en el frontón. Había
buenos jugadores entre los mozos y era el deporte más popular en
los pueblos.
En
la plaza había puestos
de dulces y algún juguete, pitos, flautas de caña (teñidas de
color morado) y pelotas con una goma que lanzaban y volvían a sus
manos los chicos y chicas. Juegos inofensivos de cartas, tabas de
hueso, y alfileres con cabezas de colores, eran los
entretenimientos que pasadas las fiestas, llenaban los corrillos
en las puertas o los patios de las casas.
Por
la tarde había
carreras de pollos desde la Tahona hasta la Ermita de la Virgen o
al pajar del cura. Más cortas eran las de burros sin aparejo y
montados a revés. También había carreras de sacos para los
mayores y para los pequeños. Había carreras de huevos duros
llevados en una cuchara en la boca.
Si
deseáis colaborar con El Eco del Isuela enviad vuestras
colaboraciones o fotos antiguas a:
Fernando Ruiz Laiglesia. c/Duquesa Villahermosa 159, 1º B, Zaragoza 50009.
Correo electrónico:
fernandoblanca
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Podéis hacernos llegar los originales, con la seguridad de que los
cuidaremos. |
Los bailes
se hacían en dos salas. Una en casa del Sr.
Basilio con entrada de pago. Había baile todos los domingos y
al estar junto a la carretera siempre estaba muy animada. Estaba
cerca del paseo habitual de las parejas que buscaban intimidad en
los malecones de protección de la carretera que les servían de
asiento. Era el único parque que entonces había para los
romances que cada año salían en las fiestas ¿qué matrimonio no
ha bailado en ella?
La
otra más importante y popular por su capacidad durante las
fiestas era “El Trinquete”,
un antiguo frontón en la calle Mediavilla. "EL Trinquete”
era una sala espaciosa que tenia el techo muy alto, tan alto, que
había ventanas de las casas pertenecientes a la calle Trascasas.
Se utilizaba solamente durante las fiestas muy concurridas y después
de terminar la hoguera y el baile en la plaza en la que actuaba la
banda de Calcena que había entonces, formada por un grupo de
grandes aficionados que lo hacían muy bien.
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Por la noche
en la plaza se hacía una gran hoguera y había baile popular. Era
un acontecimientode
primera línea, especialmente para aquellos que lograban un puesto
en la paletilla. Recuerdo haber presenciado allí alguna quema de
fuegos artificiales. Finalmente, ronda por las calles acompañando
a las cuadrillas de mozos que tocando con guitarras y bandurrias
paraban en las puertas de las casas, donde había mozas casaderas
que obsequiaban a los rondadores con pastas caseras y bebidas, por
la alegría de ser elegidas y los rondadores competían entre sí
con los diferentes estilos de jotas que cantaban. Al día
siguiente estas rondas servían de comentarios alegres entre los
vecinos.
Durante
las fiestas, en las casas había un buen ambiente familiar y no
había problemas de espacio como ocurre hoy;
todos cabíamos en la casa y éramos bienvenidos.
La
visita a las bodegas era obligatoria. Todos los días se hacían meriendas y cada
propietario obsequiaba con su mejor caldo para demostrar la
calidad de sus uvas y su habilidad para cuidarlo y siempre había
una cata especial para los visitantes.
Merecen
mención especial la llegada del coche
de la línea Morata-Calcena-Purujosa. Lleno de viajeros hasta
la baca y que realizaba un buen servicio en aquellos tiempos,
especialmente a los vecinos que se desplazaban a trabajar o a
realizar compras en otras poblaciones.
Mi
recuerdo también para la tienda
del Sr. Jorge, donde siempre había jabón de trozo para lavar
la ropa en aquellas losas planas que había en el río, y
comestibles, especialmente aquel abadejo seco lleno de agujeros
que tanto sabor daba a las patatas guisadas en la sartén y hechas
en la Oujosa.
Y
aquel estanco del Sr.
Severino que era un bazar ya que en él encontrabas artículos
muy variados para todos; lo mismo de belleza, costura o material
de escribir, sellos, postales con parejas de novios y tabaco de
racionamiento.
Las
mozas bajaban por agua
a la fuente y la llevaban a las casas en cántaros de barro o de
zinc, algunos de los cuales llevaban en el cuello una placa de
metal amarillo (latón) con el nombre de su dueña. Tenían una
gracia especial para transportarlos en la cabeza. Ello era el
centro de atención de los mozos que las veían pasar por la plaza
con sus delantales limpios y su cántaro en la cabeza o el ancón
(como allí decían) cuando subían de la fuente.
Así recuerdo aquellas Calcenadas que pasaba
durante las fiestas, y más. |